Vaya por delante y para evitar dudas, que la sentencia de la manada me parece injusta. Como ya he explicado, los propios datos recogidos en los antecedentes de hechos de la resolución nos permiten determinar que aquello fue sin duda una violación grupal y salvaje.
Sin embargo, como se sabe, la cualificación legal del delito cometido tal y como aparece en el fallo, en mi opinión, se quedó corta como cortas han sido, por consiguiente, las penas impuestas de esta fase en primera instancia. Dos de los tres magistrados no vieron intimidación. Un tercero ni tan siquiera vio delito.
Alguien debería de explicarles que para intimidar a alguien no hace falta conminarle a algo con una pistola apuntándole en la frente. Alguien tendría que explicarles que las mujeres no tienen que consentir, sino desear. La sentencia está recurrida.
Dicho esto, no puedo dar más que la razón al abogado de cuatro de los cinco condenados, Agustín Martínez. El letrado, satanizado por los que no entienden qué es el estado de derecho (¿Cómo alguien puede defender a estos animales?), se queja de que la gente (la turba) ha opinado y opina de lo acaecido sin haber leído ni tan siquiera las resoluciones judiciales. Pasó cuando se notificó la sentencia y ha pasado ahora con el auto de libertad con fianza.
Lo grave, añado yo, es que esa ligereza para sentenciar, sentara cátedra, y construir una realidad factual a nuestra conveniencia, la cometemos, en primera instancia, los periodistas y algunos líderes de opinión (“tertulianos y comunicólogos expertos en todo y nada”) que disponemos del altavoz que nos concede nuestro oficio. Lo hacemos y no pagamos responsabilidad alguna por ello.
Vamos a carril, como ovejitas siguiendo al pastor de lo políticamente correcto. De lo que toca. El tribunal de Pamplona, en este sentido nos ha dado una lección.
¿La justicia divina se les hubiese aplicado dentro de prisión hace 25 años.?
Un FIES, Sería lo normal durante 35 años.
El pueblo acata como borregos lo anormal.
Aquí no cabe aplicar eso de, tenemos la justicia y la delincuencia que nos merecemos.
Pues los hijos son sagrados.
El pueblo en su conjunto sabe leer y escribir pero no se enterara nunca de como funcionan los poderes del Estado de derecho.
Si se enterara de verdad, Seria un infierno.
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